J. Ignacio Mancilla
[Texto generado para la presentación del libro de Helí Morales, Otra historia de la sexualidad, por su extensión será publicado en dos partes]
“Psique es extensa,
nada sabe de eso”.
Sigmund
Freud, Conclusiones, ideas, problemas.
“Si hay algo que fundamenta
el ser es, ciertamente, el
cuerpo.
sobre eso, Aristóteles no se
engañó”.
Jacques
Lacan, Encore (Aún).
“… la política comienza
y termina en los cuerpos”.
Jean-Luc
Nancy, Corpus.
Si hay un discurso que subvierte la noción tradicional
(metafísica) del cuerpo y también del pensamiento, es el psicoanálisis. Los
lugares de Freud y Lacan son en esta problemática señeros. Y por supuesto que
un reto para el pensamiento filosófico actual.
Aunque no solamente, también interpela a la
sociología, a la psicología, a la historia y por supuesto que también a la
antropología. Esto en la medida en que estas disciplinas se han ocupado del
cuerpo.
Con la lectura que les presentaré esta noche del libro
de Helí Morales, Otra historia de la
sexualidad. Ensayos psicoanalíticos, de Ediciones de la Noche (Editorial de la Red Analítica Lacaniana), voy a
jugarme, de cuerpo entero, en exponer cómo la subversión introducida por el
psicoanálisis implica no sólo la sexualidad (como bien lo expone Helí a lo
largo de 269 páginas sumamente bellas y que nos convocan a reflexionarlas y
discutirlas); sino, también, el cuerpo (inclusive el pensamiento, y no sólo el
filosófico, que conste).
¿Habría que hacer, por tanto, otra historia del
pensamiento (filosófico)?
Dejo, por el momento la interrogante, para regresar a
ella con posterioridad y confrontar, muy puntualmente, dos lecturas
aparentemente divergentes: la del psicoanálisis, que alcanza en el libro de
Morales una de sus mejores y máximas expresiones; y la de la filosofía, que se
expone en un texto muy particular, Corpus,
del filósofo francés Jean-Luc Nancy, donde se tensa al grado máximo toda
nuestra herencia occidental (y no solamente filosófica) alrededor del cuerpo.
Es desde este horizonte que leo a Freud como
antifilósofo, para decirlo con Alain Badiou, en tanto él disloca las categorías
del pensamiento filosófico tradicional, sobre todo con su noción de Inconsciente, que estructura todo su
discurso. Es por ello que he retomado, como epígrafe de este trabajo, ese
enigmático texto póstumo de Freud, de 1938 (más específicamente del 22 de
agosto de 1938), en el que convoca no sólo a Kant, sustituyendo las categorías a priori (tiempo y espacio) por el aparato psíquico del psicoanálisis, sino
prácticamente a toda la filosofía.
Adelanto mi planteamiento, que explicaré abordando
solamente algunas cosas de lo escrito por Helí Morales: Para Freud la psique, en tanto extensa, es cuerpo;
aunque nada sepa de ello.
Pensar de otra manera la sexualidad, cuestión en la
que abunda Morales en su más que interesante libro, es pensar de otra manera el
cuerpo y, por tanto, es dislocar el pensamiento filosófico tradicional sobre el
alma (psique) y el cuerpo (soma).
Es por ello que el libro de Corpus es una relectura de Del
alma de Aristóteles, mediada por la radicalidad de ese texto póstumo con el
que Nancy intenta, y pienso que lo logra, repensar el cuerpo desde una
perspectiva ontológica radical. Yendo más allá de Heidegger, aunque no sin
transitar el sendero marcado por el Maestro de Alemania, como le llama Rüdiger
Safranski, pensando al cuerpo como lo abierto.
Para inscribir, de ese modo, prácticamente toda su
obra en una peculiar subversión de la metafísica incluso en su crítica más
radical, me refiero otra vez a Heidegger, postulando una Ontología del cuerpo.
Y, en el sentido más extenso, y sigo en esto la formidable lectura que hace Jacques
Derrida de Nancy, en un libro dedicado a él, formular una filosofía del
carácter terriblemente aporético del tocar en sus distintas conjugaciones:
tocar-se, tocar-te, tocar-le, tocar-me, tocar-nos.
¿Son incompatibles lo postulado por el psicoanálisis,
en este caso por Morales, y lo afirmado por la filosofía, en particular por
Nancy?
Avancemos en nuestra lectura.
Ese pensamiento que puso su acento en el alma,
despreciando el cuerpo (el platonismo y su derivación cristiana, al igual que la actual revaloración del cuerpo moderno a la
manera de un Bodie’s Gym son, así lo pienso, dos caras de la misma moneda), y
que Freud subvierte para, enseñanza obligada de sus histéricas, volver a
centrar el cuerpo como expresión máxima de Psique
(alma) y sus padeceres. Pero también de sus almoríos, como nos muestra Morales
siguiendo la senda de Lacan.
Psicoanálisis llamó Freud a esa osadía. En ese barco
estamos, izadas las velas y viento en popa, no obstante la crisis, las críticas
y también calumnias que a diario intentan deslegitimar la praxis y el discurso
del psicoanálisis. Pienso, por ejemplo, en Michel Onfray y su Freud. El crepúsculo de un ídolo. Libro
sobre el que valdría la pena hacer un análisis crítico genealógico,
radicalmente nietzscheano.
¿Se sostiene Onfray en las consecuencias del discurso
nietzscheano? Tengo mis dudas.
He aquí toda la simplicidad del asunto y sobre lo que
gira, es mi lectura, esta Otra historia
de la sexualidad, de la que tomaré algunos puntos para ilustrar mi apuesta,
que apunta hacia otra historia del cuerpo. Y también a otra historia del
pensamiento. Y de las emociones, y…
Quizá el concepto que mejor tensa esta cuestión es el
de goce; más específicamente el de goce Otro.
Con el que Lacan subvierte la herencia freudiana para
repensar los derroteros de la sexuación y llevarlos hasta su expresión lógica.
Se les conoce, lo sabemos todos, como fórmulas de la
sexuación.
Sí, ese goce
Otro marca una diferencia radical entre el modo masculino y el modo
femenino, siempre mediados por el lenguaje, de ser cuerpos: cuerpos –ya de
hombres y mujeres- jugados en la posición femenina; y cuerpos –ya sea de mujeres
y hombres- jugados en la posición masculina.
Esto abre la posibilidad, como está mostrado en toda
la textualidad del libro de Helí, de otra
historia de la sexualidad; así como de otra historia del amor. Y aquí
radican aportes muy significativos de Helí en la estela del discurso
psicoanalítico.
Aportes que lo hacen uno de los más interesantes
teóricos del psicoanálisis lacaniano, pese a quien le pese, y no solamente en
México.
Pero, añado yo, esta perspectiva también abre la
posibilidad de otra historia del cuerpo, precisamente centrada en la categoría
de goce Otro, como relectura de la
historia humana habida hasta ahora.
Otra historia de las pasiones humanas que siempre se
juegan en tanto no sabemos lo que puede un cuerpo, para decirlo con Spinoza,
ese filósofo radicalmente religioso y por ello radicalmente ateo, que nos dice
que cada cuerpo, cada vida, es divina (Spinoza con Deleuze).
[Continuará...]
Guadalajara Jalisco, a 9 de marzo de 2012.
(Un día
después del Día Internacional de la
Mujer). [Fecha original]
[Ateo, lector apasionado,
[Ateo, lector apasionado,
militante de izquierda (casi solitario).
Lacaniano por convicción
y miembro activo de Intempestivas,
Revista de Filosofía y Cultura.]
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